Tuvimos la gran suerte de pasar unos días en el Hotel Burj Al Arab en Dubai gracias a un cliente árabe de la empresa de mi esposo y fue una estancia inolvidable. Aquello sí que es lujo. No me extraña que el hotel tenga siete estrellas. Merece diez tanto por la decoración como por la atención personalizada que le dan a cada cliente. Nosotros teníamos a nuestra disposición un mayordomo que nos trataba como si fuéramos los Reyes de España.
El Burj Al Arab Jumeirah está situado en una isla privada que parece el paraíso. Yo me imaginó tal cual el paraíso si Dios nos concediera el privilegio de vivir en permanente felicidad. Nosotros ocupamos en este hotel una de las suites de lujo con vistas al mar. Teníamos una habitación con mucha luz, con una cama que se dormía como nunca en mi vida había dormido y muy limpia. Pese a ser los suelos de moqueta no te daban sensación de suciedad como dan en otros hoteles.
El cuarto de baño parecía sacado de una casa del Imperio Romano. Hasta tenía columnas griegas. Era una pasada aquella mole de mármol a nuestra disposición, con bañera de hidromasaje y una pileta como Dios manda. Yo me pasaba horas metida en el cuarto de baño. Era increíble.
Pudimos comer en uno de los 9 restaurantes exclusivos. El cliente de mi marido fue muy generoso. Hasta nos pagó tratamientos en el spa lujoso de servicio completo. Yo quedé nueva con aquellos tratamientos dados por expertas manos de masajistas filipinos. El personal del hotel que nos atendió era filipino. También lo era el conductor del Rolls-Royce que nos llevó al hotel. Mi marido quería ir en helicóptero, pero a mí los helicópteros me dan un poquito de miedo, y más en países que no conozco.
Os recomiendo este hotel. No te aburres. Tienen una nueva terraza con 2 piscinas, 32 cabañas de lujo, un restaurante y un bar. Fue en el restaurante donde comimos y cenamos nosotros.
El Hotel Burj Al Arab en Dubai es todo un símbolo de Dubai con su forma de vela de barco. Dubai es vida en mitad del desierto. Nosotros poco turismo hicimos porque el hotel era tan maravilloso que no te apetecía salir. Sólo nos acercamos hasta la mezquita, es la segunda más grande del mundo. La alfombra que hay dentro del templo es una pasada. Y está hecha de una sola pieza.
No descartamos volver. Mi marido quiere ir a disfrutar de la Fórmula 1 en Bahréin. Yo lo acompañaré para ir de compras mientras él mira como corren los coches.