¡¡Buenas a todos!!
El pasado lunes Santo, al ser festivo en mi comunidad, en Euskadi, decidimos ir a pasar el día por algún sitio cerca con la intención de disfrutar del día pero no comernos a la vuelta la gran cantidad de coches de la vuelta de las vacaciones de muchos vascos así que decidimos ir a un sitio cerquita y que estuviera bien.
Siempre habíamos oído hablar de lo fantástico y precioso que es este pueblo y, aunque yo ya había ido de pequeño, con el colegio a una de sus playas, el pueblo queda a un lado de la playa y no lo había podido visitar con profundidad.
Así que en esta ocasión os quiero hablar del pueblo de Hondarribia.
LOCALIZACIÓN
Para quienes no conozcan esta localidad, Hondarribia se encuentra situada en la provincia de Guipuzcoa perteneciente a Euskadi, justo haciendo frontera con nuestro país vecino Francia.
Se ubica al noreste de la provincia y tiene vistas al mar Cantábrico pero también parte al río Bidasoa. Sus localidades más cercanas están Irún que pertenece aun a España y Hendaya que se encuentra al otro lado del río Bidasoa y ya pertenece a Francia.
MI EXPERIENCIA PERSONAL
Como ya he comentado anteriormente, esta localidad ya conocía anteriormente esta localidad o al menos ya había estado pero no había rondado por sus calles en plan turista, sino en plan playa por lo que no la conocía en profundidad.
Para quienes no lo sepan, Hondarribia es el nombre original en euskera, pero en castellano esta localidad se llama Fuenterrabía.
El día que decidimos ir no se si era porque todos habíamos pensado igual pero el pueblo estaba masificado de gente. De hecho me costó un poco encontrar un aparcamiento pero al final conseguimos aparcarlo cerca de la pista del aeropuerto, que era visible desde donde lo aparqué.
Porque no sé si lo he comentado antes pero en esta localidad se encuentra el principal aeropuerto de la provincia o el aeropuerto que corresponde a San Sebastián aunque por oídas entiendo que no es tan transitado como el de Loiu y serán vuelos comerciales más que de turistas.
Pues bien, la primera impresión que tuve de este pueblo ya fue buena desde que estábamos dentro del coche. Desde donde lo aparcamos hasta más o menos el Casco Viejo pudimos comprobar la gran cantidad de casitas bajas que hay y lo bien y grandes que son. Parece a simple vista que vivir en Hondarribia es todo un lujo.
Cuando ya estábamos en pleno centro, en lo que se refiere al Casco Viejo de la ciudad, encontramos en un bar fuera de la muralla una terraza que invitaba a tomar algo entre el sol y la sombra.
Hay un programa en la Etb2, canal vasco que es de comida y nos sonaba un restaurante o bar en particular que había salido un día y era famoso por sus rabas. No estábamos muy seguros si era ese, lo cierto es que todas las mesas pedían como tapa o ración una de rabas. No os podéis hacer una idea de lo buenísimas que estaban.
Nos dirigimos dentro de la muralla, en lo que se conoce como el Casco Histórico. En esta zona nuevamente predominaban las fachadas de las casas cada una más peculiar a la otra. Recuerdo que se hacía difícil andar con el carro del niño y con las calles inclinadas ya que el suelo era adoquinado y los adoquines están muy separados entre ellos por lo que se encajaba todo el rato las ruedas.
Arriba del todo, en el centro del Casco Histórico encontramos una iglesia, la principal del pueblo y un castillo que hoy en día es un parador. Allí a su vez hay una pequeña plaza que se abre al fondo con unas vistas increíbles al río Bidasoa y al mar.
En esta misma plaza nuevamente más terrazas, mucho hotel y alojamiento y la oficina de turismo, que preguntamos en ella. Nos atendieron de maravilla y con una atención y respeto increible. Allí nos avisaron de un antiguo barrio de pescadores que está fuera de la muralla que es donde se encuentra el jaleo de los bares, los pintxos y el ambiente del pueblo. Así que allí acudimos ya que era la hora de comer.
La calle de este barrio de pescadores se llama la calle Santiago. De repente ese pueblo tranquilo en su Casco Viejo se convirtió en una locura de gente, todos tomando pintxos al sol, en sus terrazas y el ambiente la verdad que era de lo mejorcito, que buen ambiente había. Además el tiempo acompañaba.
Aparte del gran ambiente que había en este barri, hay que fijarse en la peculiaridad de las casas construidas totalmente con un acorde vasco y muy peculiares entre ellas, algunas de color blanco y verde, otras de color blanco y rojo, blanco y azul, con sus llamativos balcones.
Eso sí, os recomiendo llevar la cartera bien llena porque se trata de una zona cara y los pintxos, raciones o lo que consumáis de bebida todo va a ser bastante más caro de lo habitual. Nosotros para que os hagáis una idea nos dejamos 45 euros en el rato que estuvimos y tampoco es que tomáramos gran cantidad de pintxos ni consumiciones.
Por detrás de este barrio hay un paseo bien bonito para pasear admirando las vistas del río Bidasoa y al otro lado de Francia. Si seguís todo recto por este paseo vais a llegar a la playa principal del pueblo, que es donde yo estuve y si seguís recto al faro.
Por otro lado, entre otros atractivos turísticos a visitar por la localidad se encuentra: las murallas, el Parador, El Palacio de Zuloaga, la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y del Manzano, entre otros.
CONCLUSIÓN
La verdad que siempre había oído hablar de lo bonito que es este pueblo y tras nuestra visita puedo dar fé que este pueblo es realmente precioso. Hay un ambiente super bueno en ese barrio de pescadores, el paseo es bien bonito y el rato que estuvimos estuvimos la mar de a gusto. Eso sí, caro es, pero que el dinero no os eche para atrás porque merece la pena.
Un saludo a todos.