Mi hermana me convenció para apuntarme a un curso para reconocer fósiles por hacer algo raro que queda bien en el currículum de una. Me apunté y no fue una experiencia muy placentera para mí. Tocar con mis manos aquellos trozos de muerto me horrorizó. Puse guantes, por supuesto, pero aún así estaba tocando trozos de animales muertos. No creo que repita la experiencia. Eso sí, acabé el curso. No duraba más de una semana. De haber sido de dos o tres semanas lo hubiera dejado. Mi currículum tendría que haber quedado sin mi curso de reconocimiento de fósiles.
Yo había estado en el museo muchas veces. Es enrome. Recorrí todas sus salas admirando los fósiles que han encontrado en suelo español y en suelo de las antiguas colonias. Son fósiles del pasado que te llaman la atención cuando los ves en las estanterías muy colocaditos y limpios. Cuando los tocas te hacen menos gracia.
Os recomiendo ir a visitarlo. A mis hijas le interesó mucho una colección que tienen sobre los minerales de las Comunidades Autónomas. Clasifican las piedras propias de cada zona de España por autonomías. Así vemos que en Galicia lo que más hay en el suelo que pisan los gallegos es granito. Las piedras calizas son más propias de Andalucía. Es una colección que complementa muy bien las clases de minerales y piedras que les dan a los niños en los colegios.
No descarto apuntar este verano a mis hijas a algún taller. Los niños disfrutan mucho más estos conocimientos prácticos sobre las piedras que los mayores. El Museo Geominero tiene una actividad tremenda. No es de esos museos muertos que se quedan en una exposición permanente y en una exposición de quitar y poner. A este museo los cursos y los talleres le dan mucha vidilla.
Yo no lo conocía. Fue mi hermana la que me habló maravillas del museo hace un montón de años. Todavía no estaba casada. Desde entonces soy visitante bastante habitual. Me gusta pasear entre sus estanterías. Está en un edificio antiguo del barrio de Chamberí, un edificio que ideó el arquitecto Francisco Javier de Luque. Pese a tratar de acercarse al gran público conserva las características de museo científico de principios de siglo de XX, con un salón central repleto de vitrinas de madera tallada que no se ven nada apolilladas, y cubierto por una gran cristalera cenital que cuelga de una estructura de hierro forjado y plomo. Mi hermana siempre dice que si falla un hierro se viene todo abajo.