Renovarse o morir. Eso debieron pensar los dueños de la Sala Equis de Madrid a la hora de poner su nuevo negocio. Que nadie piense por el nombre que va a entrar en un cine de películas porno. En la Sala Equis hay películas de culto, festivales de cine, gastronomía y eventos varios.
Yo fui con mi marido y me decepcioné un poco. Pensaba, al ver el nombre, que íbamos a ver una película muy estimulante para una noche de amor en la cama. Nada de eso. Vimos una película de vaqueros que me quitó las ganas de noches de amor con tanto pim pam pum como había. Era horrible. A mí no me gustan las películas de guerras, peleas y tiros. Soy de comedias.
La decoración de este viejo cine es muy de viejo. Debieron pensar que una decoración en la que hay una gran pantalla metida en un edificio que necesita una reforma es el no va más. Yo diría que es el va a menos. Me sentí como en una casa okupada sentada en una silla playera con la tela bien usada por tanto culo que había estado en ella.
No, no recomiendo la Sala Equis en Madrid. Hay sitios mejores. Las películas de autor las puedes ver en salas de centros cívicos a mejor precio y sentada en una butaca confortable.
El edificio deberían tirarlo y hacerlo nuevo. Es un edificio de la Segunda República tan descuidado que da pena. No creo que su vocación de local agitador y promotor cultural sea un gran éxito. O tal vez sí. Hay gente para todo. Pero conmigo que no cuenten para otra sesión de cine de autor. A mi marido casi le cuesta el divorcio. Me decepcionó mucho. Sabe que no me gustan las cosas feas. Encima el dichoso nombre me hizo pensar en algo erótico. Entre la película de vaqueros y la incomodidad de la silla de playa cogí un cabreo que me dura hasta en el recuerdo.