En nuestra última visita a Tánger nos alojamos en el Hotel París, un hotel en la ville nouvelle que tiene fama de hotel caro. No fue para tanto. Prefiero pagar un poco más y tener un alojamiento limpio. El Hotel París casi no te hace echar de menos el buen hacer de los hoteles españoles.
Mi marido quería repetir estancia en el Hotel d´Anjou, un hotel que está en la misma rue Salah Eddine Ayoubi. Yo quise variar. Una amiga mía había estado en el Hotel París y me había contado maravillas. Nada más llegar a la zona donde se ubica el hotel ya te das cuenta de que estás en la mejor zona de la ciudad nueva. Es un sitio tranquilo, seguro, más silencioso.
Nos dieron una habitación amplia, muy limpia y, con unas vistas al bulevar preciosas. Era de las mejores habitaciones, según nos dijeron en recepción. En el cuarto de baño encontramos una ducha con agua caliente. Es lo primero que miro en los hoteles de Marruecos: si hay agua caliente en el cuarto de baño. Últimamente, todos los hoteles se van modernizando, pero, hace años, no era raro encontrar establecimientos hoteleros con agua fría en todos los grifos del cuarto de baño.
Nos quedamos a comer en el hotel. Me pareció lo más seguro. Mi marido compró un día unos bocadillos calientes en un puesto del bulevar Pasteur que, según él, estaban bueno. Comió el mío y el suyo. Yo no me atrevo a comer nada de los puestos callejeros.
Os recomiendo el Hotel París en Tánger. Te queda muy bien situado para hacer turismo. Nosotros centramos nuestro turismo en la ciudad nueva. Fuimos a ver la Nueva Mezquita, un templo que tiene su gracia. No pasa desapercibido con sus colores ocres y blancos en la fachada bastante espectacular. Está en la place el-Koweit, al suroeste del Gran Zoco. Fue un regalo del rey de Kuwait.
Me gustó más el ambiente que había en el Mercado de Fez, una zona de compras llena de comerciantes locales que venden producto de la zona. La fruta fresca estaba deliciosa. Compramos unas naranjas y unas manzanas. También había verdura, carne, pescado, flores...
Espero regresar pronto a Tánger. Es una ciudad que recuerda mucho a España. Será porque no hace tantos años estuvieron por allí nuestros antepasados. En el mercado local que tienen los jueves y los domingos en el distrito de Dradeb, conocimos a un señor bereber del Rif que nos habló de los antiguos españoles que vivían por allí hace años. Mi marido le compró unas artesanías para su madre. Cosas baratitas de alfarería. A mi suegra le encantan.