Vejer de la Frontera es uno de los pueblos blancos de Cádiz más bonitos. Además, estás casi en familia. Tiene unos 13.000 habitantes que se multiplican en verano con los turistas. Por eso prefiero ir cuando pasa la temporada alta. Está todo más tranquilo.
Es un pueblo con mucha Historia. Por allí estuvieron las civilizaciones fenicia, cartaginesa, romana, musulmana, judía y cristiana. La arquitectura del pueblo guarda vestigios de sus antiguos habitantes en sus casas blancas con vestigios de la antigua muralla y el castillo. Tiene mucho encanto.
Lo que más me gustó fueron sus estrechas callejuelas que contrastan con la antigua fortaleza y con puertas de acceso que se remontan al siglo X. En nuestros paseos por Véjar siempre descubrimos nuevas piedras antiguas.
Es una pena que muchos de los rincones más interesantes de Vejer de la Frontera pertenezcan a viviendas privadas. Nosotros tuvimos la suerte de poder ver algunos hermosos patios nazaríes privados por mediación de unos amigos nuestros que residen en el pueblo.
La última vez que estuvimos en Vejer se sumó mi suegra a la excursión. Nos arrastró a su turismo de iglesias. Empezamos el recorrido en la Iglesia del Divino Salvador, construida sobre una antigua mezquita musulmana. Un puro reciclaje de piedras. Deberíamos tomar nota. El medio ambiente lo agradecería. En el templo se ven el gótico-mudéjar y el románico. También fueron cambiando los gustos según iban reutilizando los pedruscos de la vieja mezquita. Es el monumento más importante de Vejer.
Miras hacia arria, a los azulejos del pináculo y ves una imagen del Cristo Salvador. Por allí arriba estuvo en su día el minarete árabe. Casi me puse mística mirando aquella maravilla arquitectónica llena de rezos pasados y antiguos.
Por la zona están el Museo de Vejer y el Callejón Oscuro de Vejer de la Frontera. Dejé a mi suegra en el museo con mi marido y me llevé a las niñas de tiendas. Encuentras muchas tiendecitas interesantes para comprar recuerdos del pueblo.
Muchas casas se han adosado a las viejas murallas. Otro ejemplo del apaño urbanístico. Y les quedó bonito. Llenaron los patios de macetas con flores dándoles mucha belleza.
No debes perderte las torres, desde las que se tienen vistas espectaculares del pueblo y el valle. Nosotros fuimos a la de la Casa del Mayorazgo, del siglo XVIII, con un patio colmado de flores. Nos dijeron que había 450 macetas.
Mi suegra se quedó con ganas de visitar el castillo. Lo tenía difícil porque es privado y, encima, lo estaban restaurando. Seguimos andando y llegamos a la plaza de España. En el pasado toreaban allí mismo los toros. Fue hasta el siglo XIX, momento en el que le plantan una bonita fuente y se acaban los toros en aquel arenal.
En el Convento de los Concepcionistas, del siglo XVI, hoy el Museo de las Tradiciones y Costumbres de Vejer, pudimos ver un traje de cobijada, la vestimenta tradicional de la zona. Me recordó el de la Cobijada, una escultura de mujer con este traje típico. Es en el convento donde está el famoso Arco de las Monjas.
Os recomiendo visitar Vejer de la Frontera. Vuelvo a decir que es una pena que muchos patios de flores sean privados y no se puedan visitar.
También hay playa. Sales del casco histórico, cruzas parte del Bosque de Barbate y llegas al arenal de El Palmar. Es una playa muy animada, pero con un viento de Levante que mete miedo.